¿Un talento exitoso o un éxito talentoso?
¿Tener talento determina el éxito? o, ¿gozar de éxito sugiere poseer talento?
Qué aspecto conlleva al siguiente. ¿Son directamente o inversamente proporcionales?
¿Existe, acaso, alguna relación? Y si así es, ¿está justificada?
Para empezar, lo más importante es ser conscientes de la terminología que estamos tratando, ya que en muchas ocasiones abusamos de ella sin conocimiento de causa. Por tanto, ¿qué es el éxito? ¿Y el talento?
Bien, podríamos definir el "éxito" como "triunfo", la obtención de resultados sobresalientes y satisfactorios, a corto, medio o largo plazo. Por otro lado, cuando hablamos de "talento", nos referimos a una aptitud o capacidad que caracteriza a un individuo, capaz de aprender y/o realizar una actividad con gran facilidad. Es una destreza, una habilidad. Yo lo describiría como un don que resalta el carácter único de cada persona, un aspecto que marca la diferencia. Pero, ¿todo el mundo tiene talento? ¿Y QUÉ consideramos talento? Sin olvidarnos de lo más importante, ¿QUIÉN determina si una persona es talentosa?
El talento puede llegar a ser una obviedad, pero a la vez se acompaña de una valoración muy subjetiva. Personalmente, creo que es evidente la cantidad de triunfadores, que vamos categorizar como "mediocres", inmerecedores de ese reconocimiento; mientras que montones de talentos-porque hoy día abundan como el aire-aguardan en la sombra. Pero, ¿cuál es el motivo de este desnivel? ¿La falta de oportunidades? O, simplemente, ¿oportunidades concedidas equívocamente?
Y, ¿quién las ofrece? ¿Personas con talento, personas con éxito? ¿Disfrutan de ambas o carecen de ello?
Creo que ambos aspectos están estrechamente ligados a la oferta y la demanda; quiero decir, al fin y al cabo, somos los "espectadores" los que consideramos si una persona es talentosa o no, esto depende del contenido que estemos buscando, del que nos ofrecen, y qué tan bueno consideramos que es. En consecuencia, es valorado en mayor o menor medida, le atribuímos un "nivel de éxito"; en ocasiones derivado únicamente de un nombre, y no de una cualidad.
Y, a su vez, ¿QUÉ y POR QUÉ definimos algo como mediocre? Como he mencionado, el valor de estos conceptos procede de su audiencia, más bien de la cantidad que de la calidad del contenido. No obstante, me siento incapaz de dar respuesta a estas preguntas, ya que cada una de ellas no hace más que suscitarme otra.
Asimismo, lo que sí puedo decir, es lo importante que resulta el uso de un razonamiento crítico, acompañado de juicios éticos; pero ahí nos estancamos en otra cuestión, ¿cuáles son los valores morales de cada uno? ¿Y estéticos?
Creo que esta entrada plantea significativos aspectos sobre los que reflexionar, aunque se supone que una reflexión conlleva a una conclusión. Así pues, dado que me veo incapacitada para ofrecérosla-quizás sea mi ausencia de talento para ello-cierro esta entrada semanal invitándoos a recapacitar.
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