Querido Blog:
Recién acababa de coger el tren. Iba respaldada en uno de los asientos situados a mano izquierda, junto a la ventana, como siempre. La lista de reproducción transcurría en modo aleatorio, sonaba "Sia" creo recordar. Mientras, mi mente divagaba buscando alguna imagen coherente entre las nubes. Al tiempo, pensaba en lo hermoso que sería pintarlas: el delicado trazo que debería marcar con el pincel para darle eso aspecto esponjoso tan característico. Sin embargo, yo bien sabía que mis expectativas no eran extrapolables al papel, pues hacía tiempo que ya no dibujaba. De hecho, ya hacía tiempo de muchas cosas.
Conforme había ido creciendo habían ido aumentando mis responsabilidades y con ellas disminuyeron mis ratos de ocio. Obviamente, todo es relativo; ninguna tarea anula permanentemente tu tiempo libre. No obstante, fui apartando ciertas actividades que realmente disfrutaba y en las que, por qué no decirlo, tenía potencial.
Este pensamiento me derivó al siguiente: ¿qué pasaría si hubiese distribuido todo mi tiempo entre todos mi hobbies durante mi etapa escolar? Y es más, ¿quién sería hoy día?
Ciertamente, esto no quiere decir que no fuera gestora de mi propio tiempo. Si hubiese querido, lo hubiese hecho; aparcando mis estudios hasta que alcanzara la edad legal para abandonarlos.
Evidentemente, este comentario es una exageración. El "juego" y los "deberes" son perfectamente compatibles, por no mencionar la indiscutible importancia que tiene la EDUCACIÓN.
La escuela, junto con la familia, son las instituciones educativas más importantes en el proceso de aprendizaje de los individuos. El sistema escolar es al que denominamos como "formal", cuya metodología y evaluación-comúnmente- se basa en el aprendizaje de unos contenidos teóricos, que posteriormente serán expuestos en un examen, prueba que determinará si éstos han sido adquiridos.
Para formar a los alumnos en la práctica y desarrollar una serie de capacidades-memoria, redacción, interpretación, resolución de problemas, entre otras- se les propone un conjunto de actividades, tanto en horario escolar como fuera de este, "obligando" a los estudiantes a realizarlas en casa; un aspecto bastante acertado ya que se les incita a asentar conocimientos.
No obstante, y cada vez en mayor medida, éstos se ven sobrecargados de ejercicios extra. De hecho, España ha sido calificada recientemente como uno de los países donde se mandan más deberes. Precisamente, este es el aspecto en el que me quería centrar:
Considero que el exceso de tareas no solo disminuye el rendimiento de los individuos, sino que puede llegar a privarles de ese "ocio". Y mi reflexión, se basa en lo importante que creo que es que los niños "jueguen" y disfruten con lo que hacen. Considero que es una vía muy especial a la vez que efectiva para el desarrollo individual, la adquisición de una identidad y, asimismo, la identificación vocacional. ¿Y no es este último aspecto hacia el que va enfocado toda nuestra formación? Para que, cuando llegue el momento, seamos capaces de DECIDIR qué rol social queremos ocupar, de SABER quienes somos.
No estoy hablando de anular ahora los métodos tradicionales de enseñanza que tan buenos resultados han logrado en incontables ocasiones; únicamente quiero recalcar la necesidad de reconsiderarlos.
Como ya he hecho referencia en alguna que otra entrada, en muchas ocasiones la oferta no se adecu
Al final, el viaje fue lo suficientemente largo para concluir diciendo que el ocio también es educación, y por ello deberíamos potenciarlo; o por lo menos protegerlo.
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