Estamos perdidos. Ya no sabemos de qué, con qué o cómo disfrutar. Hemos llegado al punto de tener tanto que Todo nos resulta escaso; y lo básico insignificante. Parece que nada nos sacia; y si lo hace, adjunta una fecha de caducidad.
De igual manera, cada vez demandamos un listón más elevado de satisfacción. Podría modificar, por tanto, mi afirmación inicial, y declarar que "estamos aburridos".
De igual manera, cada vez demandamos un listón más elevado de satisfacción. Podría modificar, por tanto, mi afirmación inicial, y declarar que "estamos aburridos".
Sí, creo que esa es la cuestión, porque podemos enriquecernos tras un desvío; ya que "perderse" únicamente es experimentar algo desconocido, y la novedad siempre se nutre de crecimiento (personal).El aburrimiento, por el contrario, se equipara con el estancamiento, propio de la monotonía, la rutina...
Cuál es el detonante entonces, ¿la falta de recursos o la avaricia humana?
Para combatir este hastío, recurrimos a la innovación. Tan constante e insistente en ocasiones que, aspiramos a la originalidad, y pecamos de absurdez.
Ello lo he visto reflejado en multitud de situaciones; no obstante, os voy a remitir al ejemplo más cotidiano: comer. Un instinto vital como el de alimentarse convertido en todo un espectáculo. Hoy mismo he visto en el telediario cómo presumían de nuevas tecnologías aplicadas a la gastronomía. Constaba de una especie de gafas futuristas con un móvil insertado, a través de las cuales, enfocando exclusivamente a una porción de alimento, podías acceder a las características de éste así como su receta completa. ¿Curioso? A mí me ha parecido más bien ridículo.
"Ya no saben cómo llamar la atención..." comentaba mi madre simultáneamente. Justamente, a eso me refería. Un acto tan elemental y placentero metamorfoseado en una autopsia alimentaria. Y es que ya hacemos un número hasta de las necesidades biológicas.
Otro ejemplo de los más sencillos, enlazando con el área culinaria, es la cantidad de programas televisivos de esta índole. Y lo mismo ocurre con la actual revolución de los talent shows. Todos cortados por el mismo patrón.
Hoy día, la tele es una de las principales fuentes de entretenimiento; y aún así, me sorprende la carencia de variedad a pesar de la sobrecarga de iniciativas.
Qué responder cuando, a pesar de la similitud del formato, unos triunfan y otros fracasan. Nos ABURRIMOS, precisamente.
En mi opinión, este hecho es multicausal: la oferta no se adecua a la demanda y, la demanda, es extremadamente exigente. INSATISFACCIÓN, viciosa y constante. Motivada por lo mal acostumbrados que estamos a no cesar de pedir. Somos una sociedad consentida. Y de ello se nutre el egoísmo y la indiferencia. No miramos hacia lo que necesita ser visto. O, simplemente, no queremos hacerlo. Porque NO INTERESA. Por eso, tantas injusticias sociales; por eso, la inexistencia de soluciones.
Aprovechemos esa capacidad creativa que tanto exaltamos para remediar los ámbitos en los que, el aburrimiento, no tiene cabida entre tanta desgracia.
"Ya no saben cómo llamar la atención..." comentaba mi madre simultáneamente. Justamente, a eso me refería. Un acto tan elemental y placentero metamorfoseado en una autopsia alimentaria. Y es que ya hacemos un número hasta de las necesidades biológicas.
Otro ejemplo de los más sencillos, enlazando con el área culinaria, es la cantidad de programas televisivos de esta índole. Y lo mismo ocurre con la actual revolución de los talent shows. Todos cortados por el mismo patrón.
Hoy día, la tele es una de las principales fuentes de entretenimiento; y aún así, me sorprende la carencia de variedad a pesar de la sobrecarga de iniciativas.
Qué responder cuando, a pesar de la similitud del formato, unos triunfan y otros fracasan. Nos ABURRIMOS, precisamente.
En mi opinión, este hecho es multicausal: la oferta no se adecua a la demanda y, la demanda, es extremadamente exigente. INSATISFACCIÓN, viciosa y constante. Motivada por lo mal acostumbrados que estamos a no cesar de pedir. Somos una sociedad consentida. Y de ello se nutre el egoísmo y la indiferencia. No miramos hacia lo que necesita ser visto. O, simplemente, no queremos hacerlo. Porque NO INTERESA. Por eso, tantas injusticias sociales; por eso, la inexistencia de soluciones.
Aprovechemos esa capacidad creativa que tanto exaltamos para remediar los ámbitos en los que, el aburrimiento, no tiene cabida entre tanta desgracia.
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