miércoles, 17 de febrero de 2016

CRÍTICA

Esta semana la crítica que voy a realizar va a ir enfocada hacia esta noticia: http://www.20minutos.es/noticia/2673904/0/maestras-caceres/juzgadas-pasividad/acoso-escolar/

Hoy en día, el acoso escolar o bullying es un tema muy actual en nuestro mundo a la vez que inconsciente. Con esto me quiero referir a que sabemos de la existencia de este fenómeno, sin embargo, tardamos demasiado tiempo en detectarlo. Ello se debe a las constantes amenazas que hacen los maltratadores referidas a decir algo al respecto, lo que provoca un temor en la víctima que conlleva al silencio.
De esta manera, se vuelve imprescindible que las personas del entorno de un niño, especialmente el centro escolar-ya que es el escenario más común para el desarrollo del bullying-, atiendan a las "señales" y a los aspectos en los que éste se manifiesta, de forma que su detección sea más temprana y por tanto las consecuencias menos drásticas. Asimismo, el centro se responsabiliza del alumnado ya no solo en su educación sino que debe velar por su bienestar; por ello me parece increíble que tres docentes, siendo conocedoras de este hecho, no actuaran inmediatamente. 

Sucesos como este necesitan indispensablemente de ayuda externa, puesto que la víctima, ya sea por miedo o inmadurez, se muestra incapaz de poder responder ante ello. Toda la sociedad somos responsable cuando actuamos de forma pasiva ante fenómenos como este, de tal manera que me atrevería a decir que dichas profesoras son tan culpables como los agresores, siendo conscientes de que muchos casos han terminado en suicidio. A mi parecer, suponen una decepción como educadoras pero sobre todo como personas, ya que se supone que cuentan con una madurez y unos principios.

En lo que a mí respecta como educadora social, en primer lugar, trataría de prevenir estas situaciones a través de charlas o terapias conjuntas de empatía con los alumnos, de manera que este tipo de casos no lleguen a darse o por lo menos disminuyan en número. Por otra parte, como ya me he referido anteriormente, detectar el problema es crucial, lo que supone saber prestar especial atención, algo que se vuelve casi innato cuando de verdad te preocupas por la comodidad y seguridad de aquellos inmersos en el entorno en el que trabajas. Por último, está la capacidad de actuar. En mi opinión, la intervención no debería enfocarse únicamente hacia el acosador, sino de igual manera hacia la víctima y sus familias.

Finalmente, me remito al titular de la noticia: <<Tres maestras de Cáceres serán juzgadas por pasividad ante el acoso a un alumno de ESO>>, para concluir diciendo que, en estas situaciones, el silencio también es delito.

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