viernes, 26 de febrero de 2016

ESTAR PERFECTA PARA SENTIRSE PERFECTA

Esta semana me gustaría hacer una reflexión personal acerca de una noticia que me llamó especialmente la atención : <<La modelo que solo comía tres manzanas al día.>>
¿De verdad consideramos esta imagen como la de la "verdadera belleza"? Creo que hoy día, y espero no equivocarme, la respuesta general sería "no". Entonces, ¿por qué llevamos a nuestro cuerpo hasta tal límite?

Antes de continuar escribiendo, me gustaría alegar que voy a hablar en términos generales.
No podemos negar que el mundo de la moda resulte atractivo para mucha gente, los desfiles, la fama... son ofertas realmente tentadoras, especialmente para aquellos más jóvenes e inmaduros. Sin embargo, opino que esta profesión te termina despersonalizando en cierta medida, "Las maniquíes no son nada, son sólo perchas" confirma Victoire Maçon Dauxerre.
¿Equivale la recompensa al precio a pagar? Estar siempre perfecta, mantener una talla estándar.
Son más las modelos que han denunciado su experiencia en las pasarelas; entre ellas, Cara Develingne afirma que "Desfilar me ha hecho sentir vacía y no me permitía crecer como ser humano".

"¡Qué delgada estás!", ¿cumplido o advertencia? La delgadez extrema no es un caso desconocido en la sociedad en la que vivimos, hemos sido testigos de numerosas charlas preventivas al respecto, a las que hemos asistido, hemos oído y, la mayoría, también escuchado. Pero un niño es extremadamente inocente, y un adolescente demasiado vulnerable. Los educadores nos preparamos un bonito discurso sobre lo importante que es sentirse bien con uno mismo, lo esencial que supone la aceptación de tu cuerpo para mantener un estado mental y físico sano. Sin embargo, no nos dirigimos a los sectores verdaderamente  influenciantes como considero que son los medios de comunicación, entre otros, que promueven un ideal de belleza incompatible para un elevado número de personas; y que, por tanto, supone un esfuerzo extra y un elevado sacrificio que conducen a situaciones extremas. De ello deriva una constante e innecesaria preocupación, que incluso llega a producirnos situaciones de estrés, ansiedad o depresión, haciendo que nos perdamos a nosotros mismos mientras creemos que nos estamos encontrando. Deberíamos preguntarnos si merece la pena devastarnos de esta forma tan sutil pero tan dañina. O, formulada de otra manera, si es realmente  necesario que arrinconemos a las personas hacia una situación así . Porque muchas veces somos nosotros los causantes, los que incitamos; somos los demás a quienes deberían enseñarnos a manifestar aceptación, no de nosotros mismos, sino del resto de iguales.

Para finalizar, sé que este no es más que otro de los constantes discursos que he comentado al principio; no obstante, como todos ellos, espero que mis palabras logren arrairgarse en alguna de las mentes de mis lectores, puesto que no es sino la mente la que tiene el verdadero poder.

Nota: me gustaría despedir esta entrada con una canción relacionada con esta redacción. Al fin y al cabo, no hay nada que la música no pueda reparar.

"So do they like you? Do you like you?"

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